Dos kilos de clavos es lo que y utiliza la artista Erwina Ziomkowska para convertir prendas y complementos femeninos en obras de arte que nos hacen reflexionar sobre la esclavitud de la moda.
El consumo como inspiración (o critica) no es ninguna novedad en el arte. De hecho, el pop art lo exploró incansablemente desde los años 60, pero pocas veces adquiere una forma tan llamativa como en las piezas de esta colección de Ziomkowska.
Zapatos, bustiers, bolsos... cualquier cosa le vale a esta artista para convertirla en un objeto digno de un fakir manteniendo al mismo tiempo un aspecto de lujo. El radical tratamiento que le da la polaca a estas piezas de vestuario las transforma y cambia su uso original. Desde lejos, atraen porque conservan su belleza, de cerca sobrecogen. El aspecto lujoso desaparece, es tan sólo una ilusión. Su interior está lleno de pinchos y clavos para hacernos reflexionar sobre la moda y sus dictados, sobre lo que estamos dispuestos a hacer para seguirla.