El concepto de intercambiar un objeto o producto por otro no es nada nuevo en la historia de la Humanidad. De hecho, el trueque y compartir los recursos es una de las prácticas más antiguas en el comportamiento humano. Un sistema ancestral que cambió con el invento de la moneda [sic].
Las crisis económica y medioambiental que vivimos ahora han vuelto a poner sobre el tapete el trueque como solución para aliviar ambas. No hace falta, claro está, explicar que cambiar un objeto por otro ahorra dinero. Pero vamos a echarle a un vistazo a porqué trocar es bueno para el medioambiente. Para empezar, la gente compraría menos y las empresas producirían menos cosas nuevas. El trueque estimula la reutilización. Lucha contra la obsolescencia intencionada de los productos: incluso cuando alguien no lo quiere otra persona puede darle un buen uso.
La basura de un hombre es ¡el tesoro de otro hombre!
Trueca las cosas que no quieras ya y, en el proceso, échale una mano al planeta porque el intercambio reduce los costes de producción y, sobre todo, reduce el daño que dicha producción hace a nuestro entorno. Tú ahorrarás pelas y el planeta se ahorrara la huella de carbono del transporte, el plástico y el cartón. Inclusive reducirás la cantidad de papel que necesita para fabricar el dinero (se fabrican miles de millones de billetes al día en todo el planeta). En definitiva, si se populariza el sistema de trueque los objetos serán reutilizados, reducidos y reciclados.
Volgo ergo sum
Queda demostrado que trocar es eco pero lo cierto es que es mucho, mucho más. Hemos vivido las últimas décadas un consumismo frenético bajo el lema “volgo, ergo sum” (quiero, por tanto existo). El materialismo y el consumo caprichoso y poco reflexivo han jugado un papel importantísimo en producir tantos deshechos y tantos excesos innecesario: tenías que tener la última moda de diseñador, la tecnología más nueva, el mejor coche… Al sustituir el dinero por un intercambio de cosas, nos obligamos todos a redefinir su verdadero valor, así como el valor en sentido general de las posesiones superficiales. Así que se trata de una acción alternativa que cuestiona el sistema económico actual y propone una solución imaginativa.
¿Qué por qué y... dónde?
El trueque de ropa es ya una práctica habitual en muchas ciudades (si pinchas aquí te llevaremos a un artículo del conTÚmismo sobre una tienda de trueque en Madrid), pero cada vez más gente intercambia favores como cuidar un niño a cambio de arreglar un grifo; clases de cocina por clases de idiomas… Todo lo que uno puede imaginar. Pero, además, la crisis ha hecho que las empresas empiecen a trocar servicios por productos o viceversa en un intento de reducir costes y poder conservar puestos de trabajo.
SwapSity es una web a nivel global que quiere conectar a gente que quiera intercambiar cualquier cosa, desde la casa para las vacaciones, a objetos o incluso el trueque de habilidades o capacidades profesionales, sin que medie el dinero de por medio.
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