El conTÚmismo nació con la misión de difundir un consumo responsable y sostenible, bueno para el planeta y para nosotros mismos. Los conTÚmistas no somos más que consumistas “reciclados” que nos hemos dado cuenta de que quizás nuestros excesivos hábitos de compra estaban dejando en bancarrota a los recursos naturales de los que disponemos.
Consumimos un 23% más de recursos naturales al año de lo que la Tierra puede soportar. Transportamos mercancía de un lugar a otro, a miles de kilómetros de distancia, para surtir mercados con productos importados que también se cultivan localmente. Importamos cosas que tenemos, exportamos cosas que tienen otros. Y mientras llevamos las cosas de un lado a otro en busca de mano de obra barata, dejamos una enorme huella de carbono y creamos pobreza. Es una especie de locura a nivel global que empezó hace casi un siglo y que nos ha llevado al consumismo desenfrenado, a quererlo todo y quererlo ya. A endeudarnos no sólo financieramente sino también con nuestro propio planeta y, sobre todo, a crear inmensas desigualdades.
Afortunadamente, las cosas están cambiando. Ya hay muchos consumidores que reflexionamos antes de comprar. Ya nos suenan muchos conceptos como local, como sostenible, como ecológico o como comercio justo. Y cada vez somos más los que pensamos que cambiando nuestros hábitos de consumo podemos generar cambios positivos en el mundo. Nuestro mundo. Quizás ya no pensemos como meros consumidores, sino como ciudadanos globales y seamos conscientes de que nuestros actos aquí tienen repercusión y consecuencias en otras partes de la esfera terrestre.
Hoy leemos con enorme satisfacción el nuevo informe elaborado por la prestigiosa consultoría Globe Scan para la certificación Fair Trade. Según el informe (realizado entre 17.000 consumidores Alemania, Australia, Austria, Bélgica, Canadá, la República Checa, Corea del Sur, Dinamarca, España, EEUU, Finlandia, Francia, Gran Bretaña, India, Irlanda, Italia, Japón, Nueva Zelanda, Noruega, Países Bajos, Polonia, Sudáfrica, Suecia y Suiza), seis de cada diez consumidores (el 59%) perciben, que con sus decisiones de compra tienen el poder de causar un impacto global positivo.
Esto marca un cambio importante en nuestra mentalidad como consumidores. Quizás nos sintamos cada vez menos consumidores y más ciudadanos. ¡Y ciudadanos globales! Sabemos que no podemos generar grandes cambios políticos pero que sí podemos cambiar las cosas si cambiamos nosotros mismos. Uno a uno. Que sumados podemos ser legión. Como dice Rob Cameron, Director de Fair Trade International: “Esta encuesta demuestra que los consumidores sí que se preocupan por las personas y por sus comunidades. Quieren estar seguros de que sus compras diarias sean coherentes con sus valores y esperan que las empresas lo tengan en cuenta.”
Las principales preocupaciones de los encuestados son que agricultores y trabajadores reciban un pago justo y la seguridad de los productos: un 85% dice que estas dos cuestiones les parecen las más relevantes para las empresas y para sus negocios con proveedores en países pobres.
Y si los consumidores lo exigimos, las empresas tendrán que bailar al son que nosotros maracamos. Al fin y al cabo, el cliente siempre tiene la razón, ¿no? Hay un 79% de nosotros en todo el mundo opina que las empresas, según como enfocan su negocio, pueden jugar un papel importante a la hora de reducir la pobreza. Y les vamos a exigir un cambio que vaya mucho más allá de un “greenwashing” o “lavado de cara verde”.
Para empezar, el año pasado el Mercado Justo aumentó sus ventas en un 82% en España. No es mal comienzo, ¿verdad?
Si quieres aportar tu granito de arena a este cambio, compra local, compra bien y busca el certificado de Fair Trade en los productos que vengan de fuera. Así estarás ayudando a generar el cambio.
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