Ecologia: Sesenta años después de las pruebas atómicas realizadas por Estados Unidos en uno
de los atolones más bellos de las Islas
Marshall, el Bikini, tan solo
una de las 36 islas que lo componen tiene índices aceptables de radiación y todas siguen deshabitadas. Los desplazados y sus descendientes han utilizado el aniversario de
la prueba más potente de las 67 que se realizaron - el test Bravo, con una bomba de 15 megatones- llamar la atención sobre el problema.
La zona ya había sido utilizada por la Marina estadounidense anteriormente, durante la Segunda Guerra Mundial, como "cementerio" de buques hundidos pero, al menos entonces, los habitantes de las pequeñas islas de uno de los parajes más bellos de la Tierra podían seguir viviendo en ellas. En el año 46, fueron desplazados a un atolón cercano - el Rongerik - para ensayar en la zona primero las bombas de hidrógeno y luego atómicas.
De las 67 pruebas que se realizaron entre el año 46 y el 58, la más devastadora fue la denominada test Bravo que se realizó el 1 de marzo de 1954. Parte de la carrera armamentista de la Guerra fría, la bomba de Bravo era mil veces más potente que la de Hiroshima Expuso a miles de personas al fallout radioactivo que hoy en día sigue afectando a la población y el ecosistema de las islas.
Algunos habitantes intentaron volver a habitar sus islas de origen a principios de los 70 pero tuvieron que abandonarlas por los altos índices de radioactividad presentes en el entorno y en los alimentos. Hoy siguen desplazados y saben que su problema no tiene solución pero al menos quieren ser escuchados y crear conciencia en el resto de nosotros para que no permitamos que nunca jamás vuelva a ocurrir una cosa así. Y que no haya nunca jamás nadie tan chiflado como para celebrar una explosión nuclear con una "bikini atoll cake" hecha ex profeso para la ocasión. Porque sí, señores, la foto de entrada es auténtica y es que, una vez más, la realidad supera la ficción.
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