Barbies desmembradas son las piezas con las que la artista Margaux Lange elabora una línea de bisutería tan impactante como macabra que parece ser toda una alegoría del hiper consumismo que la célebre muñeca encarna como nadie.
Larga es la relación conflictiva entre la star doll de Mattel y la ecología, no sólo por la increíble (y fructífera) campaña que lanzó durante el 2011 la ONG Greenpeace para presionar a la poderosa marca juguetera para que parase la brutal deforestación de los bosques de Indonesia, mermados por las gigantescas demandas de papel para el packaging de sus juguetes, sino porque Barbie encarna como ningún otro producto dedicado a los niños el hiperconsumismo de las últimas décadas.
¿Quién no se acuerda del célebre chiste de la "Barbie divorciada". Va más o menos así: unos padres entran en una tienda a comprarle una muñeca a su hija y preguntan los precios de los diferentes modelos de Barbie que hay en la vitrina, a lo que el dependiente contesta: Tenemos
“Barbie va al gimnasio” por $19.95, “Barbie juega volley” por $19.95, “Barbie va de compras” por $19.95, “Barbie va a la playa” por $19.95, “Barbie va a bailar” por $19.95, “Barbie divorciada” por $265.95. Ellos, asombrados, preguntan porqué la Barbie divorciada cuesta tanto cuando todas las demás cuestan 19,95. El dependiente, con aire de suficiencia, contesta: "Señor, la Barbie divorciada viene con: el coche de Ken, la casa de Ken, la lancha de Ken, los muebles de Ken, la computadora de Ken... y un amigo de Ken". Coñas aparte, lo cierto es que Barbie ha sido ya objeto de estudio de artistas como Chris Jordan, al que hemos dedicado ya un post, que puedes ver pinchando aquí. Pero ni él ni Lange serán los últimos en utilizarla para expresar posturas anticontumistas. Aquí debajo te dejamos ejemplos del reciclaje creativo de la muñeca. Si te interesa alguna de las piezas, puedes obtenerlas en la web: www.margauxlange.com