lunes, 20 de junio de 2011

AMPLIAMOS NUESTRO "CAMPO DE CULTIVO"


Seguimos cultivando, sí. Las tomateras nos dan muchas satisfacciones. Las lechugas, muchos quebraderos de cabeza. Como novatos que somos, la hemos liado parda con éstas y hemos plantado las semillas a puñados en el mismo tiesto. La lógica, de repente, nos ha golpeado: ¿cómo van a salirnos las lechugas así, todas apelotonadas? Así que hemos separado los brotes y los hemos replantado en jardineras. La “mudanza” nos ha estresado un poco y salimos todos los días con el alma en un vilo a ver si sobreviven. Por ahora, llevamos algunas bajas aunque tenemos más supervivientes. En cualquier caso, hemos ampliado el campo de cultivo a algunas aromáticas. Una de ellas, la hierbabuena, nos ayudará a combatir la ansiedad “agricultora” a golpe de mojito.



Cuando decimos que hemos ampliado el campo de cultivo no nos referimos sólo a nuestro micro-huerto en la terraza, sino a algo más metafórico y… mucho más grande. De lo micro a lo macro, se podría decir. De la potencia al acto. De la conciencia a la acción. De lo individual a lo colectivo.










De nuestra terraza de pocos metros cuadrados a seguir visitando los huertos comunitarios que encontramos por Madrid. El de esta semana, el Jardín Patio Maravillas en un solar abandonado de propiedad municipal en la calle Antonio Grilo 8. Nos pasamos y encontramos a Marta cuidando de él. Nos cuenta que han intentando conseguir que el Ayuntamiento les cediera el pequeño solar y que parecía que la cosa avanzaba. Antes de las elecciones, eso sí. Ahora, después de la re-victoria de Ruiz Gallardón parece que ya no hace falta ponerse más populismo por montera, y los trámites se han paralizado. Marta explica que el huerto no está pensado para el auto-consumo autosuficiente (valga la redundancia) sino para servir como punto de encuentro para la comunidad, como un sitio de reunión, lúdico... y educativo. Se cosechan alimentos, sí, pero se concinan y se organizan comilonas para los que quieran acudir, chocolatadas para los niños, talleres para hacer, por ejemplo, cosmética natural, se recuperan plantas ornamentales que la gente tira cuando están pochas… Y entre unas cosas y otras, se enseña otra forma de vivir. Y se crea comunidad. Buena prueba de ello es un contenedor para agua de lluvia que acaba de “donar” otro huerto de Madrid, Esta es una plaza de Lavapiés (de la que ya hablamos en otro post, pincha aquí para leerlo) . Los huertos hacen comunidad.




Detalles aparentemente anecdóticos como este son auténticas metáforas de cosas mucho más grandes. Una minúscula semilla que está dando frutos y que puede acabar cambiando nuestras vidas, nuestro mundo. Pequeños movimientos no liderados, espontáneos, comunitarios como las Transition Towns, un movimiento internacional de personas que, ante la indiferencia de los gobernantes ante el inminente pico del petróleo y la amenaza climática, han decidido tomar medidas para convertir sus ciudades en sostenibles e incluso autosuficientes. Son tres las premisas de las iniciativas de transición:

1) Es inevitable que, a medio plazo, tengamos que vivir con un consumo de energía mucho más bajo, así que más vale que no nos pille por sorpresa.

2) Tenemos que actuar colectivamente y tenemos que hacerlo ahora.

3) Liberando el genio colectivo a nuestro alrededor podemos diseñar creativa y proactivamente nuestro descenso energético, y construir formas de vida más conectadas, ricas y conscientes de los límites biológicos del planeta.

Son ciudades en las que proliferan los jardines comunitarios, claro está. Pero lo que son es comunidades que quieren un mayor bienestar siendo más sostenibles, teniendo menor gasto energético y menos residuos, y en las que los ciudadanos se sientan eso mismo, ciudadanos, miembros activos y de derecho de una comunidad. Poblaciones en las que se priorice lo local, sobre lo global lo comunitario sobre lo masivo, los valores sobre lo material. Lo micro sobre lo macro. Ideas que entroncan con otros movimientos como el Slow o con la postura que promulga el documental (y organización) The Economics of Happiness que alerta de los males del liberalismo salvaje y del mercado globalizado. (pincha en cada link para ir a nuestro artículo en La ConTÚpedia)




Ahora nos ronda en la cabeza la idea de “consumo local”. Y hemos investigado sobre los beneficios de la localización versus las consecuencias e incoherencias de la globalización, tal como escribimos en nuestro artículo Globalización económica en nuestra pequeña enciclopedia, la ConTÚpedia. Y en aras de la localización hemos decidido unirnos a un grupo de consumo que nos permita consumir producto local que deje la menor huella de carbono posible y, de paso, permita la supervivencia de los pequeños agricultores de nuestra zona. Hemos ampliado nuestro campo de cultivo. O de batalla, según se vea. Y hemos salido hoy, 19J, a la calle con miles de otros madrileños a permitirnos soñar, por primera vez en mucho tiempo, que podemos cambiar el mundo. Hacerlo mejor, más justo, más solidario, menos materialista, más humano y, ¿por qué no?, más limpio.

¡Y todo esto empezó con esta tomatera!




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